Yo no sé qué tiene la fiesta de la UJI que me hace hablar más de la cuenta.
Creo que lo que me pasa es que, de habitual, hablo más de la cuenta, pero en la fiesta ya nombrada (no quiero hacer publicidad gratuita, menos aún cuando sé lo que cuesta una cuña en radio...) me suelto más de lo habitual -nand o realove pensarán que es imposible, pero lo es, lo es-. El caso es que me encanta, porque el beber una copa de más (o dos) me permiten decirle a la gente a la que aprecio los caminos que, según considero, estan tomado de manera errónea o acertada.
Y no es que me considere por encima de los demás, pero.... creedme cuando os digo que lo he pasado todo -miento, me falta conocer a una lesbiana en mi familia, pero creo que es lo único....- y, aunque parezca mentira, (casi) siempre hablo desde la experiencia, que me da mucha credibilidad.
El caso es que hoy he hablado con una amiga de mi novio que me ha mediocontado que es infeliz porque un amigo suyo -gay- la tiene loca. Y resulta que yo lo soy y me siento en la obligación de ayudarle, no sé por qué. Y le diría que se alejase de él porque le hará daño, seguro. Pero no me atrevo. Vuelvo a mis dudas...
El caso es que me siento como un manual de ayuda, cuando, en cierta medida, lo que necesito es que me ayuden... Una contradicción que ya forma parte de mi vida cotidiana.
Así que no me quejo. Sólo lo expreso.
Será que empiezo a sentirme feliz y no lo puedo creer...
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