¡Atención, atención!

Alarma personal: me ha salido una cana.

Llevo unos días que es que no levanto cabeza: me roban la cartera, me agreden, tengo un golpe con la moto,... Y más cosas que ya es que no quiero ni pensar. Vamos, que mi cabeza está hecha un lío con todo lo que me ha estado pasando durante el último mes.

Pero lo de la cana ha sido, de verdad, lo que me ha terminado por hartar. Como si no tuviera bastante con adentrarme en el cuarto de siglo -que ha supuesto una pequeña crisis para mí-, mi cuerpo, además, me lo empieza a recordar. Eso sí, lo de la cana ha sido cosa de cortar por lo sano (como ya he hecho con un par de cosas en mi vida y las que me quedan en este mes de agosto) y se ha podido solucionar en la estética. Pero ahí sigue, aunque sea cortita.

Ni Spider-cerdo (de Los Simpson), ni un cumpleaños en la playa (donde me estuvieron controlando tipo Gran Hermano), ni estar con mi niño -sí, sí, habéis leído bien- cenando en un italiano recomendabilísimo de Valencia (que se convierte desde este instante en visita obligada para los amigos que se acerquen a ver la ciudad). Nada de todo esto me ha servido este fin de semana para olvidarme de la cana que he descubierto y que, dicen, siempre es la primera de muchas.

Aunque por otro lado, preocuparme tanto por una tontería semejante me hace pensar que quizá lo que necesite sean unas buenas vacaciones...