miércoles, 5 de diciembre de 2007

Qué mal ha hecho Disney -y qué morro tienen algunos-...

Son ahora mismo las 4.55 de la mañana. No sé cuánto tardaré en escribirlo y no creo que recuerde poner la hora del final, pero me gustaría que constase a qué hora empiezo a escribir este post en Castellón.

La razón por la que me encuentro a estas horas intempestivas de la madrugada despierto es porque anoche se me ocurrió la brillante idea de decirle a mi hermanito que le llevaría a la estación de autobuses -que está a 10 minutos de nuestra residencia actual andando- para que no pasara frío. El motivo es que el nene, en lugar de hacer puente hace acueducto-con-ocho-arcos-como-mínimo y, ya que su novia está "imposible de ver" en estas fechas, va a visitar a su marido (Tremendo, para quienes me conocen bien) a Austria.

No tendría más importancia que la de una anécdota, si no fuera porque me acabo de enterar de que el día 12 tiene un examen "extra, tete, no te preocupes" que, seguramente, se pelará, porque está en la capital con nombre de de barra de pan. Y me lo dice así, tan tranquilo.

Y yo va y me ofrezco a llevarle el coche a Valencia para que el miércoles que viene llegue pronto a Castellón...

Eso es tener morro y lo demás son cuentos chinos (por su parte). Más que el Fleky diciendo que la marihuana encontrada en su casa es para "consumo propio" cuando la policía dice que podrían haber llenado una furgoneta con la droga requisada.


Y, ya que estamos, eso es ser más tonto que el Fleky por contarlo en AR (así no me tengo que levantar) y luego decir que su abogado ha dicho que mejor no hable de este tema (por la mía).


Ahí dos instantáneas del susodicho Fleky en distintos momentos de su vida de "famoso".


Pero bueno, empiezo desviándome. Mal acabaremos.

Yo venía a hablar de la mala infancia que hemos tenido (o de cómo ha cambiado Disney en los últimos tiempos), entre otras cosas poco interesantes y superficiales. Pero para eso estoy, ¿no?

Empecemos por ello, pues:

El otro día me acerqué al cine -algo que hago bastante poco a menudo, teniendo en cuenta que soy crítico en varios programas de entretenimiento- y, como no quería pensar, me dirigí a la sala en la que ponían "Encantada: La Historia de Giselle". Mi novio (un santo varón) ni protestó ni dijo nada, aunque en su cara leí que le apetecía lo mismo que sentir cómo le clavaban agujas bajo las uñas de los pies con un martillo. Pero entramos.

Y ahí empezó todo el cachondeo. Porque, vamos a ver... ¿Cómo puede la casa del Tío Walt ponernos a estas princesas como prototipo a seguir y luego cargarse el estereotipo con una sola película?

Para empezar, vean una imagen de las herederas al trono de países tan importantes como ... Ups, que no tienen país en que reinar, las pobres... Bueno, ahí ven la foto*

*Nota 1: Observen cómo Ariel tiene la cara ligeramente violácea, ya que las intolerantes y francamente discriminatorias princesas han decidido hacerse la foto en un puto bosque encantado.

** Nota 2: Disculpen la ausencia de Pocahontas en la imagen (en teoría, al lado de Blancanieves, de pie, tras Cenicienta y Aurora), pero le tocaba tener relaciones sexuales con John Smith (o con John-John, no me acuerdo). Es lo que tiene ser la única bígama de las herederas, que todas te abandonan, por envidia...

***Nota 3: Ahora que lo pienso, tampoco está Mulan en la foto (y eso que se casa no con un príncipe, sino con un emperador)... ¿A que va a resultar que lo que son las princesas Disney es racistas? Y yo criticando a la pobre Pocahontas por su vida sexual...

Bueno, pues tras años enseándonos este tipo de mujeres, indomables y tercas como mulas -Ariel hizo que un pulpo le pusiera piernas y Jasmine se emperró tanto en casarse con un tío de la calle que su padre tuvo que cambiar una Ley árabe antiquísima-, pero tiernas y caseras a la vez, va y nos venden a Giselle (nombre cursi donde los haya, perdonad que os diga) que, en dibujos animados es más sosa que un bocadillo de folios -más o menos, mi dieta-.




Y se le agudiza la cara de pánfila cuando un embrujo hecho por la bruja Narissa-Drag-queen-de-saldo -madrastra de su prometido de un día, James "No estoy más bueno porque no se puede" Marsden; hace que se caiga por un túnel místico-mágico (pa mí un agujero negro) y caiga desde el reino de Andalasia -es que este ésta sí tiene reino, mira tú qué casualidad- en Nueva york.


Si es que no se puede ser más ñoña, por el glamour de Dior. Ni cayendo por el túnel mágico tiene expresividad, la pobre...


Una vez en la Gran Manzana, nuestra princesita descubrirá que tiene que aprender un poco de nuestra heroína moderna por excelencia, Belén Esteban (muy de moda ahora por su aparición en la española Donkey Xote, como montura de Don Quijote) y dejarse de tanta tontería del felices-para-siempre y, por ejemplo, comenzar a conocer a su futuro marido con varias citas, al menos (sic). Y no ir casándose simplemente porque la salva de un ogro...

Aunque bueno, la tía, para lo tonta que parece, tiene que elegir entre el príncipe (aquí, en una imagen de una revista norteamericana, tras su llegada Nueva york y quitarse el traje de prícipe que le caracterizaba)


Y un abogado divorcista que en su aparición más famosa como neurocirujano -pelín increíble, la verdad, en el papel- es conocido entre los residentes como Doctor Macizo (McDreamy, en la versión original) que, como buen doctor, nos enseña lo imprescindible de la higiene personal diaria.


Vamos, que de tonta, no tiene un pelo. Lo que la tía le echa es un morro...

Todo esto, aderezado con un número musical -para mí, lo más divertido de la película- del mismísimo Alan Menken en pleno Central Park.

Y bueno, se me olvidaba decir que Susan Sarandon hace de mala-malísima-malisísima (emulando a las demás malas de Disney, pero sin cantar) y tiene pinta de Drag-queen de saldo, pero casi que lo juzgan ustedes mismos.


Total, que entre princesas, brujas, príncipes encantados, hombres encantadores y demás bichos (porque por supuesto, salen bichos), pasamos los dos un rato de lo más entretenido. Y la sala, siendo de madrugada, no estaba nada vacía. Lo que me recuerda que la peli, ojo, no es muy para niños...



Eso sí, nada que ver con la fiesta que El Mundo realizó por su X Aniversario en el Palau de la Música. Ahí estaba todo el politiqueo de Valencia y un grupo de jóvenes ceueros que lo pasaron bomba. Así que desde aquí quiero agradecer a Real Love (a su izquierda tienen el link) por haberme invitado a semejante evento, que disfruté de lo lindo y al que me sentí un poco avergonzado de acudir con "ropa de trabajo", porque había cada modelazo -comenzando por el propio Real Love, que estaba arrebatador- que ni les cuento...

Él mismo ha realizado su propia crónica de la fiesta en su blog, que podéis leer aquí (glups, miedito me da saber quién es quién en esa descripción). Pero vamos, que nos quiten lo bailao... Eso sí, el título, inmejorable.

Hoy no pongo maromazos, que le quito el protagonismo a los dos de arriba. Eso sí, finalizo con un vídeo de una actriz a la que quiero parecerme de mayor: Ana Milán.




Bueno, venga, pongo dos, que para una vez que me pongo... Y es que este sketch en particular, no tiene desperdicio:

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tú fuiste de los buenos, claro. Gracias a tí por pasarte a vernos. A ver si los encuentros son más a menudo.

Flanagan McPhee dijo...

Uffff... Y yo sin poder dormir hasta hoy, jejeje...

Anónimo dijo...

Vamos, a mí me dicen de ir a ver "Encantada: la historia de Giselle" y me quedo soltero en un decir Jesús.

Tu novio es santo santo, de los de canonizar y todo.

Flanagan McPhee dijo...

Porque no la has visto. Varg, si hubieras escuchado el musical que se montan en Central Park, te da para 10 post, como mínimo. Ahora te leo, bribón, que hace un montón que no nos deleitas con tus frases...

Hoy he comenzado a disfrutar de tu prosa en el "Locutorio Alí". Ha sido un día de lo más estresante, la verdad...