Qué manía con cambiar...

Bueno, después de desempolvar este espacio (de polvo virtual, se sobreentiende), que mi trabajo me ha costado -no debo estar tanto tiempo sin actualizar, que luego me da una pereza ponerme a limpiar antes de escribir...- y aprovechando que cada día estoy más cerca del (temido por mí) primer cuarto de siglo, voy a hablar de las cosas que han cambiado desde que me chupaba el dedo (aquí iba una burrada, pero me he contenido por l@s lector@s sensibles, que me consta que los tengo; pero los que me conozcan, sabrán lo que iba a poner, jejeje...).

Y es que en 25 años que cumpliré el próximo sábado y sobre todo, desde que comencé a vivir un poco mi vida como quería, han cambiado mucho las cosas. Supongo que le habrá pasado todo el mundo (o a casi todo, que si no siempre hay recriminaciones).

Como parece que recuerde el "simpático" anuncio (a veces, odioso) de Coca-cola, las cosas cambian a una velocidad de vértigo. El otro día, sin ir más lejos, hablando con un amigo, nos dimos cuenta de que muchas cosas habían cambiado, que casi nada era como antes.

No quiero decir que haya sido para peor, ni mucho menos. Sólo que las cosas han cambiado mucho. Por ejemplo, las ganas de salir. Al menos para mí. Era estar estudiando y morirme por salir hasta las mil.

Ahora, la verdad, cuando llevas toda la semana hasta el culo de curro, llegando tarde y cansado, como que la idea de salir de marcha "hasta que el cuerpo aguante", no es muy acogedora por tu organismo. Ya no es que seas de los que "tarda dos días en recuperarse de una juerguecita", no... Es que, directamente, la opción de quedarte en casa, con una cenita tranquila y de conversación, te parece de lo más seductora. Y claro, acabas por no salir.

Tampoco es que en eso de salir tenga la culpa sólo el trabajo. Ni tampoco una relación que se estanca. O unos amigos más caseros. O el mal dormir, la alimentación o la gente, que cada día es más bestia. Es que la vida, al parecer, te cambia.

Y como con las juergas y las noches en vela, muchas otras cosas: las ganas de hacer locuras, la facilidad de enamorarte (eso creo que es el cinismo, que se coge con los años), la dificultad para superar un amor o la necesidad de tenerlo (aunque a veces, siga dando agobios de impaciencia).

En fin, que son muchas cosas que pasan y se quedan. Y no sabes cómo explicarlas, pero ahí están. No es que sea malo (bueno, con eso de salir de fiesta estoy un poco cabreado... ¡con lo que me gusta! pero es que las consecuencias son... impredecibles -tenía que decirlo-).

En fin, que espero más cambios a partir del 23J, pero creo que será a partir del 30 -nuevo cambio, esta vez laboral- cuando algunas cosas las pueda recuperar...

Hala, de momento, ahí lo dejo. Creo que en otro momento, añadiré alguna que otra foto, pero si no, hay demasiados hombres por ahí rondando y luego sospecha la gente...