sábado, 7 de septiembre de 2013

Prontos y tardes

Llevo varios días pensando en este título. En la carrera de Periodismo me dijeron que ni se me ocurriera empezar un texto con el título o titular. Siempre tenía que empezar el texto y luego, al final, como colofón, ponerle un título atractivo. A mí no me va eso. De hecho, es el título el que me inspira y me obliga a seguir una línea determinada (dentro de lo que es una línea determinada para mí, que me voy por los Cerros de Úbeda con una facilidad pasmosa).

Este título viene un poco a colación de los juegos de palabras. Con Twitter estoy aprendiendo eso, a jugar con las palabras. Más.

Ha sido una semana muy triste. Los prontos y los tardes han mandado cada uno de los días que he vivio, desde que llegué -demasiado pronto- de Australia y no conseguía despertarme a la hora. Siempre tarde.

He visto el pronto de una amiga que no me ha gustado en absoluto. Lo sospechaba, porque le había llovido una bronca gorda e inmerecida a otro amigo por uno de sus famosos prontos. Y he descubierto (tarde) lo pronto que algunas personas cambian de bando en una discusión. Es triste, porque ahora sé que estas amistades tienen fecha de caducidad. Lo que pronto empieza, pronto para.

Pero el jueves me golpeó una noticia que me ha hecho un daño que aún estoy calculando. Para una de las personas más importantes de mi vida, es tarde. Tarde para recapacitar. Tarde para decir "no, mejor no arriesgarse". Tarde para poder vivir una vida normal. Con lo que le he querido. Con lo que le quiero. Con lo que sé que le querré... Y es tarde. Dice que nadie la va a querer. Yo sí. Seguiré queriéndole siempre.

Pero es tarde para él. Un momento de enajenación mental (léase calentón) y... Toda una vida con las consecuencias. Y consecuencias que no van a ser fáciles de asumir. Serán fáciles de llevar, pero una vez lo asuma. Y sé que no lo va a asumir pronto.

Los prontos hay que controlarlos. Mi amiga no lo sabe, pero con su pronto ha creado una herida que difícilmente va a poder ser curada. Fecha de caducidad. Lo cual me entristece.

Mi persona especial sí lo sabe: es tarde. Pero ha tenido que descubrirlo de la peor manera posible. Sigue siendo el tema principal de mi libro. Eso no va a cambiar. Pero creo que él ha cerrado su libro para siempre. No va a volver a leer. Al menos, de momento.

Tengo mil preguntas que hacerles a ambos. Pero se resumen en una: ¿Por qué? Lo peor es que no voy a poder hacerlo. A una por su pronto. Porque no sé si quiero escuchar la respuesta. A la otra porque ya es tarde. De nada sirve preguntarse por qué cuando la respuesta da lo mismo.

Hoy no va a haber foto. Ni tonterías. Hoy me he puesto serio porque lo necesitaba. Y porque esto vuelve a ser lo que era: mi diario de abordo.

Buenos días de sábado. A quien lo quiera tener. A quien lo pueda tener. Yo seguiré dándole vueltas a las cosas.

Lo único bueno de todo esto es que para mí es pronto para evitar que sea tarde. Demasiado tarde.

No hay comentarios: