domingo, 14 de mayo de 2006

Lo que el cura ha unido...


El sábado estuve de boda. Desde aquí, por cierto, felicito a los novios, Manolo y Aurora (o Lolo y Lola, o Floro y Flora, como los llaman sus amigos y los niños,...), que tras once años de noviazgo -y algún mes de más- por fin dijeron el sí, quiero (bueno, el "sí", porque a ninguno se le oyó decir "quiero"). Y me ha hecho pensar.

Hace muy poco tiempo empecé lo que podemos llamar una "relación". Va todo genial, no os vayáis a pensar, y aunque no soy muy amigo de comentar este tipo de cosas -y mucho menos de hablar de relaciones con una semana conociéndonos-, el caso es que en momentos como estos es cuando entiendes, un poco, el por qué se casa la gente. Manolo y Aurora, por ejemplo.

Once años de noviazgo son muchos años de noviazgo. La verdad, yo, después de ese tiempo, me arrejunto y me quedo tan ancho, pero también entiendo la presión de los padres, que siempre son un poco más conservadores y, en primera instancia las madres, quieren organizar el bodorrio de sus hijos/as. Pero lo que no entiendo es por qué lo hicieron por la Iglesia.

Las bodas civiles están cada día más de moda y, qué queréis que os diga, son mucho más cortas y efectistas. Al fin y al cabo, un cura, sobre todo el que nos tocó a nosotros, das más la tabarra que el sacramento. Digo lo de "el que nos tocó a nosotros", porque tiene tela el hombre. El padre o como quiera que se llame. En primer lugar, los novios eligieron hacer sólo la ceremonia -porque es más corta y los invitados no se agobian-. En la iglesia, la cuarta parte de los que acudieron al banquete (que menudo morro, dicho sea de paso, lo que no vieron casarse a la pareja pero sí se fueron al festín de después...). Y en un momento de alegría, de gozo por la pareja, de admiración por la novia, de... de fiesta, vamos; va el hombre y se pone a gritar (por megafonía interna, nada menos) que "la Iglesia es un lugar sagrado y de recogimiento, no es sitio para aplaudir" o "los que quieran hablar, que se me vayan al patio".

En fin, algo que, en mi opinión, no venía a cuento. Por otro lado, un servidor, que tiene cierto gozo en leer en las ceremonias (no me digáis por qué, pero es mi forma de homenajear a los novios, ya que no tengo pasta para regalarles nada muy caro y creo que leo bien), fue a leer la Carta de Pablo a los corintios -esa que fusiló Perales en una canción- y el pater, muy serio, le repitió varias veces "no corras, que tú no lees para los bancos". Ah, y luego, en público, aprobó la lectura (señor cura, llevo cinco años estudiando periodismo y lo mío es la radio, no me diga cómo tengo que leer, leches). Más tarde, a la hora de repartir la comunión, como no habían pagado la ceremonia de misa, hizo comulgar a los novios y dejó a la cola de "fieles" que estaba esperando a recibir el cuerpo de Cristo con la cara más larga que la cola de la novia -que era de dos metros- y se puso a terminar el evento. En fin, un Cristo de ceremonia, nunca mejor dicho.

luego el banquete estuvo fantástico. Incluso el padre de la novia -qué peliculero suena- se arrancó un poema que el hombre estuvo seis meses para confeccionar, y que arrancó lágrimas en más de uno -el que firma, como es muy "duro", no lloró, pero sí que me emocioné, para qué engañarnos-. Una celebración de la que tuve que irme relativamente pronto y lamentaré toda la vida, pero no podía más.

Pero, banquetes aparte y fiestas más o menos largas, la verdad es que sigo sin entender por qué se casaron por la Iglesia. Si total, lo que cuenta, al fin y al cabo, es el Estado, que es el que cambia la Renta y tal. Dios, por mucho que la Iglesia se empeñe en demostrar que no es así, nos deja al Libre Albedrío, por lo que con saber que nos queremos, Él no necesita más. O eso es l oque dice mi madre y, como ya comprobaréis, lo que dice ella, va a misa.

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