
Hace mucho tiempo (allá por los 80) existía un grupo de música llamado Álex & Christina. Luego, la fémina formó parte de "los subterráneos" y, más tarde, se montó una carrera en solitario con su apellido, Rosenvigne, que igual os suena a alguno de vosotros, pero a mí, aparte de que está casada con Ray Loriga, el director que va a hacer una versión de Santa Teresa de Jesús con Paz Vega como la monja salida (cada uno opina lo que quiera de la "ascensión" y la "misticidad"), pues no me suena de nada. En fin, que me desvío. Volvamos al tema. A&C, en su segundo LP (en la época de la que os hablo no existían los CDs) tenían una canción titulada como el título de esta entrada: Pimienta y Sal. En ella decían una frase que siempre he pensado que es lo que más se acerca al amor: ¿es que tú mamá no te enseñó que a la ensalada hay que ponerle una pizquita de limón? Ya véis, menuda tontería, diréis. Pero yo no lo veo así. A ver si me explico...
Hace cuatro o cinco días (el sábado 27, vamos), fui a la boda de mi exnovia. Quienes sean fieles seguidores de mi blog -y no sean amigos míos-, pensarán que es bastante extraño. Pero he de reconocer que estuve enamorado de una mujer, hace mucho, mucho tiempo. El caso es que la boda, tras cuatro o cinco días de reflexión (desde el 27, vamos), necesita un poco de comentario por mi parte.
Y lo primero que me viene a la cabeza es la canción de este grupo ochentero. "Dale ritmo al plato que, si no, yo ya me harto de tanto azúcar, chocolate y tanta miel". Cuánta verdad... ¡Qué boda más sosa, por el glamour de Dior! No hubo arroz, y tampoco los tradicionales ¡que se besen! o ¡que vivan los novios! A las 2:30 se acabó la fiesta -al menos, la organizada por los novios- y los recién casados se fueron a dormir (y digo dormir porque durmieron, seguro). En fin, una boda que, no por preciosa -que lo fue- dejó de ser un tostón.
Y yo me pregunto... ¿por qué la gente no puede ponerse contenta, disfrutar al 100%, aunque solo sea un día? Y no me refiero a mi ex, que sé que ella es feliz siendo como es. "Para que venga la primavera con sus flores, pajaritos, hojas verdes y su Sol tiene que haber antes la tormenta con relámpagos, muchos rayos, huracanes... y pasión". Eso decían A&C y eso mantengo. Porque las relaciones son dulces, empalagosas, azucaradas,... cursis, si queréis. Pero también son pasionales, furiosas, difíciles,... en definitiva, son extremas. Por eso el término medio, en las relaciones, no es virtuoso, si no soso. ¿Qué ocurre si se mancha el traje? ¡Existen tintorerías! ¿Y por qué no se pueden besar en público los novios? ¡Un día es un día!
Ya habrá lugar para que la rutina, el término medio, lo normal, llegue a la pareja. En el principio, lo mejor es extremar. Así se llega a saber cuáles son los límietes. Y cómo llegar al centro sin que uno se lleve más que el otro. Al fin y al cabo, no son matemáticas. Es amor.
Y en el amor, 1 + 1 = 1.
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