martes, 26 de noviembre de 2013

Cambio de tercio (ponme uno de San Miguel fresquito)

Acabo de enterarme de que un tuitero conocido de un conocido se ha suicidado esta noche. Una vida que ha decidido poner fin antes de lo que le correspondía.

En momentos como éste, aunque me pille bien lejos, a mí me da por plantearme las cosas de otro modo.

Mentiría si os dijera que no he tenido pensamientos suicidas nunca. Creo que han sido tres o cuatro veces en los últimos años y siempre durante unos 10 segundos. El motivo por el que no lo hago es siempre el mismo: es para siempre.

 [De hecho, en mi grupo de amigos tenemos este dicho: Lo malo del suicidio es que es pa siempre. Si no, yo me habría suicidado muchos lunes].

Y es que, pese a lo pesimista que parezco en estas últimas entradas, siempre pienso que todo irá a mejor.

Hace unos días, tras una conversación con un tuitero al que cada día tengo más claro que puedo llamar amigo, se me ocurrió este post triste y tremebundo. Un post que no debería haber escrito aquí, pero que me vino muy bien porque me leyeron dos o tres personas que me dijeron las cosas claras. Y me ayudaron. Vaya si me ayudaron.

Pero el problema no es que no tenga ayuda. El problema está en mí, que no me quiero. Pero después de conocer este terrible suceso del tuitero suicidado, la verdad es que no estoy tan mal.

En antecedentes: Este ha sido el peor fin de semana de mi vida. De verdad.

Empezó el viernes cuando un tío del que llevo obsesionado 5 meses me dijo que jamás le había gustado, que sólo le había caído bien pero que nunca le había gustado (¿os acordáis?). Y me lo dijo por Whatsapp. De la manera más cobarde que hay:


Y terminó con unos desagradables bichitos por mi cuerpo que han hecho que me haya tenido que depilar de cuello para abajo y un robo con incendio en la joyería de debajo de mi casa que me impidió dormir hasta las 6 de la mañana (me levanto a las 8, así que imaginad el plan).

En medio, hubo una borrachera con un líquido que debe ser el semen del Diablo, la decisión de pintarme la cara con pintauñas rojo y la peor decisión después de limpiarme las pinturas con amoniaco, con la consecuente quemadura química en la cara posterior (las fotos, en Instagram, que no quiero que por aquí os asustéis).


El domingo terminó con los dichosos bichitos que hacen que ahora parezca un pollo preparado para la paella (y qué pollo más jugoso, vamos) y un robo- incendio justo debajo de mi casa que me tuvo en vilo hasta las 6 de la mañana.

Riesgo de que nos evacuaran no hubo, pero ruidos, comentarios, rapidez y golpes -el robo fue a una joyería y hubo que contar muchos daños y muchas pérdidas pero, afortunadamente, yo sólo me llevé un enorme susto y una falta de sueño que aún acuso-.

Total, que pese a que este haya sido, con nota, el peor fin de semana de mi historia (de lo que llevo de historia, que son sólo 31 añitos), me ha hecho plantearme que, por fuerza, tienen que ir a mejor. Y que si lo están es el momento ya de dejar de revolverme en la mierda (que se pueden coger todo tipo de infecciones) y empezar a tirar para arriba.

En primer lugar, si no me quiero es porque no estoy haciendo nada por quererme. ¿Que he engordado? Sí, claro. Porque estoy comiendo como una mala bestia y sin control. ¿Que podría dejarlo? Sí. De hecho, debería. Así que tengo que idear un plan para perder como unos 5 kilos antes de Navidades, volver a engordarlos (y que no sean 25 kilos los que tenga que perder después) y en enero empezar a comer más sano (que no dieta) y a hacer ejercicio.

Aquí pasamos al punto dos. ¿Ejercicio? ¡Pero si me muevo menos que los ojos de Espinete! Vale, es cierto. Pero si durante un año he ido regularmente a la piscina y me hacía 1.500 metros en menos de una hora sin cansarme, pues quizá ha llegado el momento de volver. Que sí, que no es lo mismo sin Lorena Pardo. Que no es lo mismo en Valencia que en Castellón (la piscina de Valencia es cutre hasta decir basta),... Pero ya basta de excusas.

Puedo llegar al curro a la hora que me salga del nabo. Y más si estoy haciendo ejercicio. La piscina abre a las 7.30. Puedo ir perfectamente antes de ir al despacho. Y me sentiré mejor. Por lo menos no me quedaré en casa sin hacer nada, viendo series y esperando que llegue la hora de la cama sin tener sueño, pero teniéndome que meter en ella (lo que es igual a tomar Marilynes). Es un paso.

Con respecto a que nadie me quiera... ¿Para qué? Si luego no me voy a querer yo, esto va a ser un desastre. Primero tengo que quererme yo. Así que voy a hacer caso al señor Salmorejo y me voy a querer cada día unos 10 minutos. Por la mañana y por la noche. A ver si así me voy mentalizando.

Quiero decir, tengo ojos verdes, soy alto, con espaldas, tengo una barba tricolor preciosa y, cuando tengo, un pelo en el pecho que no es ni muy asquerosamente frondoso ni ridículo en plan 4 pelos mal puestos.

En definitiva, mal no estoy.

Así que tengo que aprender a quererme como soy. Y luego ya mejorarme si hay cosas que mejoraría. Pero no puedo esperar encontrar a alguien que me quiera por mí. Esa faena es mía. Lo que tengo que encontrar es a alguien que quiera conmigo. Que me quiera conmigo y al que querer con él. 

Por eso, y porque no me gusta el sexo vacío y sin sentido en el que un hombre se convierte en una serie de agujeros donde meter el rabo, he decidido que voy a dejar de buscar. No más #UnNovioParaFlanny o #QuiénQuiereCasarseConMiFlanny en Twitter. Es gracioso, pero no sirve para nada, porque siempre acabo rechazándolos. O me conocen, ven la autoestima de mierda que tengo, y se asusten y se van. Que no les culpo, eh? Yo también lo haría. De hecho, lo he hecho.

Ya no quiero que alguien me deje que le quiera. Quiero a alguien con quien quererme y con quien quererle. 

Ya veremos cómo va la cosa. 

Y me despido, como hacía tiempo que ya no, con maromazos. Un segundo, que los busco (¡ahora con tumblr es facilísimo!)












1 comentario:

un-angel dijo...

......hombre pues igual sí que habría que hablar con tus padres sobre los daños irreparables que A&C causaron en tu tierno cerebro infantil, jajajajaja...
Es broma, me he divertido mucho, en serio.
Otro saludo!