No hay nada como un viaje relámpago a Madrid para disfrutar de la cultura de musicales para desengrasar de la rutina diaria. Máxime cuando de por medio está la Feria de la Alimentación de Madrid, en Ifema, en la que mi padre tiene un stand y en el que puedo mamonear por ahí y todo el mundo me ríe las gracias. Y es que, de vez en cuando, mola que te hagan un poco la pelota, lo reconozco y más si estás "de capa caída" (y arrastrada por el suelo y llena de polvo, con lo poco que me gusta mancharme la ropa).
Vamos, que a nadie le amarga un dulce, para qué os voy a engañar. Pero vayamos por partes. Un post "de viajes" sobre mi última:
Odisea madrileña (de verbena, con o sin paloma)
1. El viaje
Acostarse a las tres y media de la madrugada grabando CDs para que el trayecto de Valencia a Madrid sea agradable es un tontería si vas con mi tía y mis dos primas. Con la conversación que te dan y la cháchara que tienen, es imposible que no se haga agradable. Pero si nos lo pasamos bien incluso contando los autobuses que se dirigían a la "manipija" de Madrid. 27 llegamos a contar (y los adelantamos a todos... que se jodan los peperos!).
Impabalge el momento en que recordé lo que me pidió mi padre a las 3 de la mañana... justo antes de salir de la Comunidad Valenciana! Parada, búsqueda del Levante (para qué quiere mi padre el Levante????), encontramos el dichoso diario en una Cepsa tercermundista (no, no, paremos aquí, digo yo, que Cepsa tiene de todo: cafetería, tienda, prensa, gente super amable... Vamos, que llego a apostar y me quedo sin un duro).
Otro detalle, el niño gilipollas que con 4 metros de mesa tenía que ponerse a pegar pataditas en la silla que estaba justo detrás de la mía. Bendito Herodes...
2. La llegada
Aunque nos perdimos (hay que agradecer a Gallardón que se mate por hacer obras pero no por señalizar las direcciones), llegamos con relativa facilidad al hotel. Menuda habitación!! Lástima que no la usara mucho, ni para lo que me habría gustado. Una risa, porque yo dormía solo y tenía una habitación para minusválidos -como tres veces más grande de lo habitual-, mientras que mi tía y sus dos hijas estaban en una normal (que conste que fueron ellas las que no querían dormir separadas, que yo con mi prima María me habría llevado de puta madre en la habitación).
3. Mamma mía!
¿Qué decir de este musical? Una pasada. La verdad, Nina no me gusta cómo vocaliza (o cómo NO lo hace), pero el musical estuvo bien. Y la vestimenta... sin comentarios (era inefable). Al finalizar, todos a descansar hasta las once (teníamos la mesa en el segundo turno). bueno, todos menos yo, porque me tocó quedarme con los hombres de la Feria y hacerme el macho con ellos -con el consiguiente conato de ciego por la cerveza a la que me invitaron- ¿qué son, esponjas, los sevillanos? Y luego, cava con Pepa y Sagrario (¿qué hacía esta aquí? Aunque me alegré mucho de verla). En fin... ¡qué dura es la vida del hijo del jefe!...
4. Cena
Lucio, Lucio, Lucio... Casa Lucio, Huevos Lucio,... después de 15 años, lo conseguimos! Frase de la noche: "Merece la pena esperar para pooer comerse los huevos de Lucio". Conversación divertida con un camarero que la principio parecía un borde de mierda y, sorpresa, sorpresa (es que "por la mañana" no pegaba), conocí a Inés Ballester, que es un encanto con patas y con la que tuve una mini-conversación de lo más agradable. Hice, además, "amistad" con María Lucio -para quien no sepan quién es, la hiuja de Lucio, obviamente- y me fui al Glass Bar (este tema merece un punto aparte).
5. Glass Bar
Tras una copiosa cena con abundante alcohol, a mí no me apetecía irme a casa, la verdad. Así que me acerqué a un bar que me enseñó una gran amiga mía (al que echo de menos más de lo que me niego a reconocer) y en el que hacen un cocktail como toca: el Cosmopolitan (bueno, no es como toca, como toca, pero está de puta madre, la verdad).
Bueno, llego al Glass Bar en cuestión andando -me apetecía pasear-, pensando que Donna S. tenía razón y lo que me pasa es que no quiero estar solo, así que lo intenté en una localidad en la que conozco a cuatro personas, no me hablo con una de ellas, la segunda es su futura esposa (sí, lo sé, no debería ponerlo pero... es TAN gracioso), con la tercera no quedé -había tenido un problema con un agujero en Cibeles plaza, que no Pasarela- y la cuarta (lo siento princesa) no sabía que estaba allí -más que nada porque no podría quedar con ella y me apetecía tanto...-.
En fin, que me desvío. Al caso: entré en el Glass bar y me acerco a la barra. En ese instante en que tu mirada se cruza con la del camarero y parece que puedes pedirle un combinado rápidamente... "Hello", oigo a mi espalda. Era un hombre (muy atractivo, por cierto) danés, con su novia (un bombón del norte). Mi "bienquedismo" y su "amabilidad" 8un amigo mío muy salido cree que querían hacer un trío) hicieron que nos quedásemos charlando -"one moment please, while I ask for a Cosmo" "Wow, my favourite drink!"-. Yo, contentillo, que no borracho, y ellos muy simpáticos y con un dominio excelente del idioma, total, una conversación de lo más entretenida. Al final, invitación a ir a Dinamarca a pasar el verano -"You'll love it, with the weather and the relaxing views"- y se fueron (supongo que a buscar a un tercero en el caso de que lo buscaran).
Me quedé pidiendo un Sex on the Beach .que no sabía que llevara melón, al menos en TAL cantidad-, mientras el camarero me decía que tenía mucha paciencia por hablar con los daneses y que dejara de mirarle tan fijamente (¿?) que le ponía muy nervioso -dicho con una sonrisa, que conste-. Al final, tiene que terminar el combinado otro barman, porque no le salía a él (lo repitió tres veces). Este último se puso a contarme que estaba harto de Mojitos y que le gustaban otros cocktails más como el "Old Fashioned" (ni preguntéis).
Al salir, sonrisa de ambos camareros y un "¿tan pronto?" de uno de ellos - el menos mono, pero mono igualmente-. Taxi y a casita. A hablar con Q y con Leti, no os vayáis a creer que pude dormir hasta las 5...
6. La Feria
Por fin... ¡Qué ganas tenía! A las once entrábamos por la puerta (anda, Vicente, ve a por tickets para que pasen las señoras). Tras buscar a Juanjo, a Pepa, a wally y a Carmen Sandiego, consigo unos pases con los que acercarme a por mi mami y Carmen (el gran descubrimiento de este viaje). Risas, cachondeo, mucho machorreo por mi parte -quién lko diría-, un ruso guapísimo con unos ojos color Absolut al que le habría hecho una Perestroika muy a gusto y...
7. El culo
Pues eso, que le toqué el culo a una camarera. En repetidas ocasiones, de hecho. Ahora os explico por qué. Arresulta de que (qué mal me ha hecho Julio) yo estaba hablando con los Pineda, el gurpo de hombres más cachondos de Sevilla, de sexo, fútbol y máquinas de Subal 8así como de mi padre), cuando de repente aparece la camarera del stand con una marca del tamaño de ua mano en la nalga izquierda. Mancha de harina. "Eso es que le ha tocado el culo el panadero, jajajajajajajaja...". Me acero y le digo: "teta, tienes el culo manchado de harina, lo digo para que vayas perfecta, que sé que os gusta".
Se toca la nalga dereha y le digo que no, qu la otra. Gira el culo, lo pone en pompa, me mira, me sonríe y me dice "¿me la quitas tú?". ante TODOS los representantes de mi padre. "Claro, teta, te la quito ya mismo". Cominezo a "espolsarle" (¿con x o con s?), ante la atónita mirada de TODOS los representantes, que comienzan a jalearme, a aplaudir incluiso (qué cachondos, estos Pineda). Y cuando pensaba que no podía ser más vergonzoso... Aparece mi padre. Pasa por mi lado, decidido a entregar un pedido a unos clientes, se para, se gira, me mira, noto que me mira, le miro, me mantiene la mirada y... "Papá, me ha dicho ella que le quite la mancha!" (¿sabéis eso de que os mira un padre y sabéis no sólo queos está mirando, si no que no es nada bueno lo que piensa y os urge dar una explicación? Pues con mi padre es como si te mirara el polígrafo).
Bueno, para qué contaros más... Mi cara roja, roja, roja, como en la vida. La cara de mi padre azul, azul, azul,... vamos, que parecía el inicio de la Guerra Civil española. Menos mal que le dio por hacerse el gracioso. Pero aún espero la "conversación" (monólogo en realidad, suyo) cuando me vuelva a ver -se ha quedado en Madrid, con la camarera en cuestión-.
8. Hoy no me puedo levantar
Qué pasada de espectáculo, qué original, qué risa, que ganas de escuchar las canciones de Mecano... y qué jodidamente largo es el puto musical de los cojones. Que no lo piensas cuando estás allí porque es genial, con muchos cambios de escenario, con mil acciones a la vez, con... bueno, una pasada. Pero cuando sales del teatro cochambroso, abgarrotado hasta parecer una bisagra... te acuerdas de Nacho, de Jose María y hasta de Juan Sebastián el Cano. Pero vale la pena, lo reconozco. Al salir, taxi al hotel, cena frugal con risas y más manoeo (efectivam ente, seguían los representantes allí, en el hotel) y vuelta a casa.
9. Vuelta a casa
No es que conducir habiendo dormido 4 horas sea pesado. Es más. Pero con mi madre, mi tía y mis primas, se pasa genial. A las doce y media salíamos y llegábamos antes de las cuatro a casal. Total, que me acosté prontito (para levantarse): a las 5 de la mañana. Así que disculpadme por estar reventado ahora mismo, pero... No puedo más. Sobre todo, cuando hoy he tenido mil cosas que hacer de las fiestas de la Magdalena (festa plena). Pero eso lo cuento más adelante...
El mejor momento, sin duda, el que me ha hecho conocer a Carmen, la mujer de Javier Suay, y a Javier en sí. Una pasada de matrimonio. Y con las cosas muy claras.
PD: no he hablado del autógrafo de Micky Molina, porque creo que es una cosa que debe hacer mi madre (que para eso lo consiguió ella, jejeje... Y le dio varios besos!!!!).
1 comentario:
Hola.
Aburrido en casa y poniendo mi nombre en internet (Javier Suay), he tropezado con tu blog, y en concreto con tu historia del viaje a Madrid.
Lo que más me ha llamado la atención es que ese sábado, yo también fui a Madrid, pero con mi pareja. También estuve hasta altas horas grabando CD´s para el viaje y por el camino ( también soy de Valencia), nos estuvimos riendo y haciendo gestos obscenos a todos los autobuses cargaditos de pijo-fascistas que iban a Madrid.
Para no acabar con las similitudes, nuestro hotel también tenía una habitación campo de fútbol que no usamos. Y fuimos a Madrid para ver la obra " Los Productores", que la hacían en un teatrop muy cercano a la de Mamma Mia.
Después también fuimos a cenar a un gran restaurante, pero no pudo ser Lucio porque cuando llamé, ya estaba lleno, así que teníamos reserva en el Balzac, donde bebimos bastante y después nos fuimos a tomar unas copas.
Al día siguiente volvimos a Valencia.
Mi nombre es Javier Suay, y mi pareja se llama Victoria. Aunque estoy seguro de que también vale la pena conocernos.
JAJAJAJAJ¡¡¡
Un saludo.
Javier.
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