[Aviso 1: esta entrada bien parece la de entrada a una secta. No es así. No temáis por mi vida. Simplemente estoy volviendo a escribir lo que realmente me interesa y no mierdas superficiales. Bueno, las mierdas superficiales que a mí me interesan]
[Aviso 2: Por la coyuntura de Twitter y puesto que voy a hablar de él, es posible que algunas de las expresiones no tengan mucho sentido o no se entiendan fuera de este ámbito. Iba a pedir disculpas, PERO]
Pues eso. Que gracias a Twitter.
Hace mucho tiempo que tengo ganas de escribir sobre Twitter. Una red social que, al contrario de Facebook, es verdaderamente social. Gracias a ella he conocido a gente maravillosa y estoy entablando relaciones que, muy seguramente, irán derivando en una amistad muy buena.
Por supuesto hay de todo: pesados, salidos, capullos, fachas, nazis, retrógrados, intolerantes (y no a la lactosa, que también) y toda la pesca. Pero hay gente encantadora. Con sus cositas, como todos, pero muy, muy encantadora.
Pero hay algo que me ha dado Twitter que hacía tiempo que no me daba nada ni nadie: la risa. Con Twitter me río. Hay cuentas de carcajada, cuentas de sonrisa dulce, cuentas de encanarse,... Pero todo mi Twitter (todo mi TL, para doctos) es, principalmente, para reír.
Gracias a Twitter soy protagonista de un libro (bueno, mi nick, @FlanganMcPhee). Gracias a Twitter me enamoré y me rompieron el corazón en tan sólo tres meses. Graciasa Twitter el pasado día 1 de Noviembre tuve un techo para dormir y dos no, porque no me hacían falta.
Twitter lo hacen las personas. Está lleno de imágenes falsas y nombres irreales. Pero detrás de eso, hay personas fascinantes. Gentecilla con sus colores, sus taras, sus peculiaridades y sus enfrentamientos (personales, no podría ser de otra manera). Y esas personas me han salvado de estar mucho más hundido de lo que ya estaba.
No voy a negar que me encuentro en una situación límite en muchos aspectos. Depresión, lo llaman algunos. Que no tengo el coño para fandangos, lo llamo yo. Pero lo llame como lo llame, un día entré a Twitter con ganas de llorar y vaya si lloré... Pero de la risa.
Tengo que reconocer que el responsable directo no fue Twitter, si no Felipe Juan Froilán de Todos los Santos. Ese día se pegó un tiro en un pie y, gracias a eso, descubrí la capacidad de reírme. De encanarme de la risa. En serio, no sabéis la de años de terapia que me ahorré con eso.
Y ahí sigo. Riendo y aprendiendo. Y haciendo RT.
No me hace más rico, ni más alto, ni más guapo. Pero me hace más risueño. Y eso no se paga con visa.
3 comentarios:
¿Que gotas de Chanel nº 5 está de nuevo en activooooooo???
Mi problema con Twitter es: ME SATURA. Se lleva demasiado tiempo.
Sí, tía, sí. Al menos, lo voy a intentar. A ver qué sale.
Pues a mí me ocupa todo el tiempo del mundo, pero me ha salvado de estar muy triste y le estoy TAN agradecido...
Oye, que hay como 4 entradas más, eh?
Ya, pero no las había visto :P
Pera que te enlazo
Publicar un comentario